Aclamábamos en agosto a los medallistas de Río cuando nuestro país revalidaba el oro en otra disciplina inadvertida. España volvía a ser la campeona mundial en trasplantes de órganos, un liderazgo que nadie se acerca a discutirle desde hace 24 años. Las cifras publicadas por la Organización Mundial de Trasplantes son apabullantes, 4.769 órganos procedentes de 1.851 donantes fueron trasplantados aquí, en el 2015. Para que sea hagan idea de la magnitud de esta hazaña no suficientemente celebrada, nuestro país con solo un 0,6 por ciento de la población mundial realizó casi el 7 por ciento de las operaciones en todo el planeta.
Tras cada órgano trasplantado hay una pequeña gran epopeya de nuestro sistema
Como toda proeza ésta tiene sus héroes que, aun siéndoles reconocido el mérito profesional, no gozan de la fama ni el prestigio social que reservamos para otros campeones. Quienes sí les glorifican son aquellos a quienes insertaron un órgano que les mantiene vivos. No es solo la labor del emblemático director y fundador de la Oficina Nacional de Trasplantes, Rafael Matesanz, autoridad mundial en la materia, sino de los componentes de toda una maquinaria insertada en la Sanidad española ajustada como un reloj suizo. Un máquina que arranca con los especialistas en cuidados intensivos situados en cada hospital entrenados para detectar donantes y abordar a la familia hasta hacer posible la donación. A partir de ahí, una compleja logística en la que participan diferentes profesionales y que permite que un corazón, un hígado, un riñón o unos ojos encuentren acomodo en una segunda vida. Tras cada órgano trasplantado, hay una pequeña gran epopeya que nuestro sistema sanitario ha sabido convertir en habitual.
Todas las proyecciones auguran un incremento de las operaciones de trasplantes en el mundo
Todas las proyecciones auguran un incremento de las operaciones de trasplantes en el mundoTodas las proyecciones auguran un incremento de las operaciones de trasplantes en el mundo que en los últimos años crecieron un 15%, aunque lo conseguido solo cubre el 10% de las necesidades. La clave del avance no la tiene la medicina sino la legislación. El pasado mes de agosto, Colombia promulgó una ley que convierte en obligatoria la donación de órganos. Todos los colombianos son donantes de órganos en potencia a menos que una persona en vida manifieste por escrito que no desea serlo. Es decir, se ha eliminado la autorización de los familiares que decidían sobre los órganos del fallecido. Si redactar un simple testamento produce cierto repelús, por lo que supone enfrentarse a la idea de morir, ya no digamos la autorización expresa de donar los órganos. Para las familias, con el cuerpo aún caliente, decidir siempre es un trago. Pero no hay duda que tarde o temprano vamos a morir y es una pena que todo esté dispuesto para el reparto de nuestros bienes materiales y nuestros órganos, que pueden gozar de una segunda vida, se pierdan para siempre. Veámoslo así.
FUENTE: http://www.20minutos.es/opiniones/carmelo-encinas-segunda-vida-2839590/#xtor=AD-15&xts=467263