Ya han pasado casi 10 años desde que Estéfani Moreno Vargas recibió el primer trasplante de corazón abierto realizado en el país. La cicatriz que atraviesa su pecho narra la historia de una jovencita de 19 años que luchó contra una cardiomiopatía dilatada postparto, que quería arrebatarla de los brazos de sus hijos.
Gracias al desprendimiento de los familiares de un paciente diagnosticado de muerte cerebral, que decidieron donar su corazón, Estéfani ha podido reescribir su historia y ha visto uno de sus sueños cumplirse con el nacimiento de su primera nieta.
Tras una conversación con Estéfani Moreno, elCaribe rescata la historia de una mujer que tenía el corazón demasiado delgado.
Todo comenzó cuatro meses después de dar a luz a su hijo Esmil, cuando su doctora la refirió a un cardiólogo y le insistió que no dejara de ir porque presentaba de manera constante desmayos y falta de oxígeno, entre otros síntomas.
Cuando fue a su cita con la cardióloga, luego de mandar a hacerle varios estudios, el médico le diagnosticó una cardiomiopatía dilatada severa. Como la joven madre no entendía, la doctora le ilustró diciendo que su “corazón era como el de la cascara de una cebolla”.
En ese momento, con una cara de sorpresa y con muchas interrogantes, solo pudo preguntarle a su doctor: ¿cómo así? A lo que su médico respondió que aunque era una joven de 19 años su corazón se degeneraba cómo el de una persona de 100 años.
Te invitamos a entrar:
¡SE UN HÉROE HAZTE DONANTE!, INGRESA AQUÍ: SOLICITA TU CARNET DE DONANTE INCORT
Ella recuerda que después de varias visitas al hospital y someterse a un largo tratamiento con pastillas, su médico le dijo que la única solución para su padecimiento era un trasplante. “Me dijeron que esa era la única solución, porque mi corazón estaba latiendo demasiado lento. En ese momento, yo no sabía lo que era eso, no sabía a lo que iba. Además, el doctor me dijo que eso no lo hacían en este país, que había que llevarme para afuera, buscar donante, sacar papeles…”.
Con la noticia, Moreno Vargas sintió cómo el temor y la incertidumbre la invadieron, porque para una moradora de Sabana Pérdida en Santo Domingo Norte era difícil por sus escasos recursos económicos.
MOMENTOS DOLOROSOS
Al transcurrir el tiempo su cuerpo sentía los efectos de tener el corazón como «una cáscara de cebolla».
Con su alma entristecida por las pocas posibilidades de vida, Stefani batalló con su enfermedad durante tres años. Tiempo durante el cual, de manera frecuente tenía que dirigirse al hospital para que le drenaran un líquido que invadía todo su cuerpo.
“Los doctores me decían tú eres enemiga del agua, tú no puedes tomar agua ni nada que la contenga. Es algo cruel tener que comerte un mangú de planto y tragártelo con la saliva. Cuando ya no aguantaba más mí familia se mojaban los dedos y me lo pasaban por la boca”, narró.
A esta situación se le añadían los momentos en los que sentía como el aire se le agotaba en sus pulmones. «Escuchaba a madre cuando les decía a las enfermera que me subieran el nivel de oxígeno porque aun con el puesto se me dificultaba respirar”.
Puedes leer:
Tres mil personas mueren al año esperando un trasplante en RD
La supervivencia de la joven madre dependía de una serie de medicamentos de alto costo, por lo que su madre Hilda Mercedes Vargas se dirigía semanalmente al Hospital Ambulatorio del Ministerio de Salud Pública para obtener la donación por parte del Estado.
A esta adversa circunstancia se añadía el lidiar con el pequeño Esmil, que al momento de detectársele la enfermedad sólo tenía cuatro meses. “No lo podía cargar, no le podía dar el pecho, fueron momentos muy difíciles”, afirma.
La cardiopatía dilatada que afectaba el cuerpo de Estafani también le impedía dormir acostada, por lo que sus horas de sueño las tenía que pasar en un sillón. Con todas esas situaciones su cuerpo se iba desgastado lentamente al grado de quedarse sin cabello y pesar menos de 90 libras y con una apariencia envejecida ya a sus 22 años.
UNA PEQUEÑA LUZ AL FINAL DE CAMINO
Inscrita en una lista de espera de la cual no tenía mucha esperanza, asegura que su milagro comenzó en una de sus acostumbradas visitas al Hospital Salvador Bienvenido Gautier; su médico le comentó que había unos especialistas que le habían dicho que buscaban a una persona que fuera joven y que necesitara un trasplante de corazón para ellos ofrecerles su ayuda, pero que a él se le había olvidado hablarles de ella. “En ese momento yo no le di mente a eso”, relata.
Al salir del centro médico su madre la sentó en la orilla de un contén, porque no podía caminar, para dirigirse a Salud Pública en busca de una albúmina (medicamento de alto costo). En ese momento vio a una pareja de doctores que buscaban a alguien con gran afán, por lo que decidió preguntarles. Mientras conversaban se dieron cuenta que era a ella a quien buscaban, le explicaron y de inmediato se la quisieron llevar, por lo que ella pidió que esperaran a su madre.
Al terminar de hablar llegó su progenitora, a la cual los médicos la tomaron junto a Moreno y la trasportaron al Hospital General de la Plaza de la Salud para hacerle una serie de análisis.
¡LLEGÓ EL GRAN DÍA!
Semanas pasaron hasta el día en que recibió la esperada llamada de la Plaza de la Salud. “Yo recuerdo que llegamos allá como a las 11:00 de la noche. Me dijeron que había un donante y que me iban a ingresar. Yo les dije que no me podía quedar, que primero yo tenía que poner en puesto a mis tres hijos, porque los había dejado con una vecina. Preparé todo y regresé al otro día. Me hicieron todas las pruebas y fui compatible con el donante en todo. Mami me cuenta que me entraron al quirófano como a las 7:00 de la mañana y que me sacaron a la una o dos de la tarde”.
La joven permaneció ingresada por más de tres meses en la Unidad de Cuidados Intensivos, hasta que su cuerpo aceptó el nuevo órgano.
Aquel 18 de julio de 2012, día en que 22 especialistas de distintas ramas del Hospital General Plaza de la Salud (HGPS) marcaron un hito en la historia de la medicina de la República Dominicana, al realizar el primer trasplante de corazón, que aún sigue intacto en el pecho de Moreno Vargas, ya con 32 años de edad.
En el país, se han realizado tres trasplantes de corazón en el HGPS y aunque todos han sido realizados con mucha profesionalidad y eficiencia, Estefani Moreno, es la única que 10 años después sigue con vida, disfrutando del regalo de ver crecer a sus hijos, gracias a una donación de órgano.
ESTEFANI Y LA DONACIÓN
Hilda y Estéfani no dudan ni un instante cuando se les pregunta si estarían dispuestas a donar sus órganos al morir: “¡Oh, claro!, si mis órganos están buenos, yo digo que sí, porque eso se lo va a comer la tierra. Cuando te dicen que ya no vas a vivir, eso hay que usarlo para darle más vida al que lo necesita. Eso Dios lo ve. Es un acto de amor”, dice la madre.
AYUDA:
Tras casi 10 años de haber recibido una nueva oportunidad de vida, Estefani Vargas asegura que, debido al tratamiento que tiene que llevar, otros órganos están siendo afectados, explica.
Declaró que de manera constante su presión arterial baja, y además su riñón le está dando problemas. Por este motivo indicó que se le dificulta trabajar. Y por eso solicita una ayuda para su alimentación, debido a que la única entrada que hay en su casa es el sueldo de su madre, que no es suficiente para una familia tan grande.
Si quieres saber más sobre las donaciones y trasplantes de órganos en la República Dominicana no dejes de leer la próxima entrega de esta serie denominado: ¿Cuáles y cuantos trasplantes se han realizado en la RD a lo largo de la historia
¡SE UN HÉROE HAZTE DONANTE!, INGRESA AQUÍ: SOLICITA TU CARNET DE DONANTE INCORT