Cada latido en el corazón de Estefany representa el gran gesto de desprendimiento de un hombre que en vida hizo saber que quería que sus órganos fueran donados al momento de su fallecimiento. La familia estaba consciente de su pedido y, al presentar un episodio de muerte cerebral, decidieron ceder a la joven de entonces 22 años, la ‘máquina’ que por años dio vida a su pariente.
En el año 2012 Estefany Moreno Vargas se convirtió en la única dominicana sobreviviente a un trasplante de corazón. Había ha sido diagnosticada con Cardiomiopatía Dilatada, un trastorno caracterizado por una hipertrofia y dilatación progresiva del corazón que causa debilidad del mismo al punto de disminuir la capacidad de bombear sangre de manera eficaz.
El proceso de Estefany comenzó cuando ella tuvo su tercer hijo, siendo apenas una joven de 19 años. A pocos meses de su parto comenzó a presentar síntomas de fatiga y su vientre se fue inflamando.
La situación generó preocupación en su madre, Hilda Vargas, quien decidió llevarla donde un cardiólogo.
“Nosotros fuimos donde una doctora, me pusieron un tratamiento pero no me daba resultado. Luego me hicieron estudios más profundos y se dieron cuenta de lo que realmente yo tenía”, explicó.
Para ella y su madre, de entrada, el diagnóstico no les dijo mucho pero luego los médicos le fueron haciendo entender la gravedad de la situación y se encontraron con la noticia de que esta requería de un nuevo corazón y, lo peor, la información que tenían era que en el país no se realizaba esa cirugía.
Tanto Estefany como su madre decidieron dedicarse a orar, pero era el único recurso con que contaban. Las personas solo le decían que buscara la ayuda de un político para que la sacaran del país porque su problema no tenía otra solución que un trasplante.
“En ese proceso llegué a Cecanot. Allá me pusieron en lista de espera, pero no me llamaron nunca. En esa etapa me pusieron un tratamiento y cada semana debía ir a sacarme líquido de mi abdomen que no paraba de crecer. Parecía que estaba embarazada. Ese fue un proceso que me cansó, me cansó tanto que ya yo no quería ir. Imagínate tres años en eso con esperanza en nada, es muy duro y yo solo pensaba en mis hijos, que no los vería crecer”, recordó. En ese proceso también tuvo varios ingresos porque por momentos su salud colapsaba, pero la estabilizaban y le daban el alta.
“Eso fue muy difícil. Se me cayó el pelo y mi estado de ánimo era muy irritable. A veces no quería ver ni a mi mamá, no quería ver mis hijos”, afirmó.
Y un corazón quiso seguir latiendo en ella… La noticia que ya Estefany ni se esperaba llegó un día de esos en que prefirió no ir a drenarse. Ese día, en lugar de ir al médico, fue a una ‘campaña’ en la iglesia evangélica que visitaba. De ahí salió pasadas las 10:00 de la noche y a esa hora recibió una llamada de la Plaza de la Salud, centro en el que también estaba inscrita para trasplante.
“Me dijeron que si yo podía ir y me dicen que vaya preparada. Le pregunté, ¿pero a esta hora? Y me dijeron que sí. Yo salí con mi mamá, me dijeron que tenía un donante, me hicieron las pruebas y el resultado fue positivo en 100%. Esa respuesta me la dieron como a las 3:00 de la mañana y ahí me dejaron ingresada”, recordó la joven que hoy tiene 27 años. El procedimiento se realizó con éxito en el Hospital General de la Plaza de la Salud y hoy Estefany es una madre llena de vida y dedicada a sus hijos.
Hay que donar. Tanto Estefany como su madre hoy están convencidas de que la donación es fundamental para muchas personas que tienen la vida suspendida en espera de un buen gesto. Está consciente de que ella hoy está viva porque su donante, estando en vida, fue consciente de la situación y ella espera que haya más personas así.
Su madre opina igual, dice que la muerte es dolorosa en cualquier circunstancia pero, en medio de ese sufrimiento, se puede ayudar a otros.