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Por Samuel Tapia // Periódico ACENTO
Nuria Molano
Contra el tiempo: Por 7 años, Nuria ha esperado un riñón que le salve la vida
Nuria Molano
Contra el tiempo: Los rostros anónimos que luchan contra la insuficiencia renal crónica
Pedro Lajara
Contra el tiempo: “Para mí fue un alivio que mi madre pueda dar vida después de la muerte”
Testimonios
Contra el tiempo: La pérdida de donantes en RD deja la vida de decenas de pacientes pendiendo de un hilo
Fiordaliza Torres
Contra el tiempo: “A veces la gente se aferra a vivir una vida en diálisis”
Dr. Fernando Morales Billini
Contra el tiempo: Desconocimiento sobre la donación y trasplantes deje a cientos de pacientes a las puertas de la muerte
La tranquilidad y la resignación con que Nuria narra su realidad muestran la fortaleza de carácter que tiene esta mujer de 36 años, que ha tenido sobradas dificultades para encontrar un donante de riñón compatible que le dé la oportunidad de criar a su hijo de nueve años que, bajo todo tipo de riesgo, decidió concebir.
Hasta a Marlon ha hecho partícipe de su delicada condición de salud, porque la enfermedad ha crecido con él y porque las dificultades que ha encontrado para obtener un órgano que le dé vida la han hecho organizar todo para enfrentar la muerte, si llega antes que el riñón que necesita.
Nuria Molano, de 36 años, fue diagnosticada con insuficiencia renal crónica en el año 2005. Descubrió su condición tratando de bajar de peso con sopas de vegetales y desde ahí todo ha sido un viacrusis.
“Yo soy odontóloga. Cuando empecé a estudiar noté que ganaba peso, pensé que era el estrés de la carrera e inicié una dieta de sopas, pero al cabo de una semana estaba más gorda, con los pies hichados y ya no podía respirar”, explicó. Eso llevó a que su padre la llevara donde un cardiólogo que, al no encontrar nada, la refirió a un hematólogo porque salía con anemia pero este último la remitió a un nefrólogo que, cuando la recibió, se percató de que la joven estaba al borde de hacer un edema pulmonar. No estaba gorda: todo era líquido.
El diagnóstico fue que padecía un Síndrome Nefrótico, un trastorno renal que altera la filtración de las sustancias que transporta la sangre. Las enfermedades asociadas con el citado síndrome en general causan disfunción renal crónica. En ese momento Nuria fue estabilizada con un tratamiento médico, pudo concluir sus estudios y pudo tener a su hijo, aunque en un embarazo de alto riesgo y cuidado como tal. Ocurrió que luego de tener a su bebé Nuria descuidó su tratamiento, porque se sentía bien, pero dos años después los síntomas resurgieron y ya no tenía nada más que hacer que iniciar el proceso de diálisis.
Inicio de un viacrucis. “No tenía seguro cuando empecé, la diálisis costaba RD$3,500 y era tres veces por semana. Empecé a pasar muchísimo trabajo. Mi esposo no estaba laborando, mi papá acababa de jubilarse, mi familia comenzó a hacer líos. Como la diálisis era de emergencia hubo que ponerme un catéter que cuesta un dinero. En aquel momento de pronto teníamos que salir a buscar RD$17 mil pesos para comprar un catéter y RD$10 mil o RD$20 mil más para la postura, se buscaron pero entonces yo hice una alergia al catéter”, dijo.
En ese proceso consiguió que la ayudaran en Cecanot. Allí, para poder recibir la diálisis tuvieron que hacerle una fístula, que es la unión de una vena con una arteria para poder resistir la presión de la máquina. Eso costó más dinero…
“Ya no tengo por dónde dializarme”. Al día de hoy, Nuria ya tiene abierta la última vía para dializarse y si se le daña no se sabe qué pasará. Por ello está en emergencia para trasplante. En su núcleo familiar no pudo conseguir donante.
“Mi hermano salió hipertenso, mi hermana tuvo un cáncer de tiroides, se curó pero luego salió con unos problemitas de riñón y no se pudo; mis padres son muy mayores y mi esposo no es compatible conmigo”, expresa con resignación.
En días pasados dijo que la llamaron porque apareció un donante, pero cuando le realizaron las analíticas correspondientes revelaron que tenía anemia y en esas condiciones no podría ser sometida a la cirugía.
Sin miedo a morir. Nuria afirma que sin lugar a dudas le afecta como a cualquier madre tener que dejar a su hijo, pero asegura que, como se han ido dando las cosas, ha tenido la oportunidad de hablar todo con su familia y tiene todo listo.
“Antes tenía miedo a morir pero ya no. Yo nunca pensé en mi vida que esto pasaría, pero yo tengo hasta mi funeraria cuadrada. Somos hijos de la vida pero lo único seguro es la muerte, tal vez yo un chin más cerca que los otros y eso hay que hablarlo porque no puedes dejarle problemas a otro”, expresa con tranquilidad. De todo la hace pensar la situación de su hijo, que lo único que quiere es un riñón para su mami.
Recordó que el último día que tuvo posibilidad de recibir el trasplante estaba sola con él y cuando él supo de la situación tuvo una alegría tan inmensa que ella tuvo que calmarlo y explicarle que eso no era del todo seguro por varias razones, como al final lo fue. Sin embargo, dice que el niño supo qué pasó y es ahora quien está pendiente de que se alimente bien y tome sus jugos para la anemia.
“No puedo seguirle el ritmo de vida a mi hijo. A mí me tocó hacerme unos estudios este mes y tuve que aplazarlos hasta que pasaran los escolares para yo dedicarme a forrarle los libros y tener sus cosas listas porque no podía hacer las dos cosas a la vez”, señala Nuria.
Exhortación y crítica. Nuria dice que quienes dieron crédito a la versión de que la niña asesinada Carla Masiel fue raptada para robarle sus órganos no tienen idea del daño que le hicieron a los que esperan trasplantes pero que lo peor para ella es que luego de que finalmente se sabe que es una información falsa, no salen con la misma intensidad a desmentirlo.
“El único crimen no fue el de Carla Masiel, también el crimen fue contra nosotros que estamos en una lista de trasplantes esperando, que dependemos de ese poquito de conocimiento que podía tener la población. Hoy todos sabemos que no fue como lo dijeron pero no salen a desmentirlo como se debe ni midieron consecuencias. En esa nebulosa que se armó se llevaron entre los dedos a nosotros los pacientes que dependemos de eso”, dice Nuria con disgusto.
Entiende que el Instituto de Coordinación de Trasplante hizo un esfuerzo, pero su capacidad publicitaria no alcanzó la misma intensidad de la versión falsa.
Exhorta a las personas a la donación de órganos porque hoy es ella pero mañana puede ser cualquier otra persona o familiar. Dice que no sabe cuántas personas están en espera pero sí asegura que en cada una de las tres veces por semana que acude a dializarse hay más personas, la mayoría niños, en su misma situación.
FUENTE: http://hoy.com.do/la-larga-espera-por-un-donante-de-rinon-ha-hecho-a-nuria-prepararse-para-morir/
Un trasplante te cambia la vida
Entrevista /Luisa figaris Almonte residente en la provincias monte plata, cuenta como acido sus vida después de Recibió un trasplante de Hígado Hoy Félix de la Cruz 28/08/2017.
Monte Plata
A los 22 años a Luisa María Figaris le inició un sangrado espontáneo por diferentes vías del cuerpo. Recién había perdido a su madre y lo asoció con la depresión profunda que la arropó. Sin embargo, al ver que la situación empeoraba visitó un médico y allí recibió un terrible diagnóstico: hepatitis autoinmune ligada a una cirrosis hepática que solo tendría solución con un trasplante de hígado.
La noticia cayó de manera terrible en la joven que no había sobrepasado un estado de depresión y, de pronto, se tuvo que enfrentar a esa realidad.
Dijo que la preocupación inició con la reacción de la hematóloga que, de entrada, no le dijo lo que ocurría.
“Ella me realizó una serie de análisis y al verlos me indica que si me van a operar no necesito seguir con ella y cuando le pregunto qué tengo, lo que me dijo fue que me iba a referir a un gastroenterólogo. Cuando voy al gastro me indica otra serie de estudios y él es quien me dice lo que tengo”, expresó Luisa María.
La hepatitis autoinmune es una enfermedad que provoca que las defensas del cuerpo ataquen las células hepáticas. No tiene causa del todo conocida pero generalmente se presenta en mujeres adolescentes o iniciando la edad adulta, como Luisa María.
Su gastroenterólogo le dijo que requería de un trasplante de hígado completo y ahí inició un proceso que, aunque para ella fue largo por la incertidumbre, fue corto frente a los muchos pacientes que esperan años por un donante.
“Eso para mi familia fue impactante. Cuando te dicen necesitas de un trasplante, tú dices de dónde voy a sacar para un órgano, más lo que es recibir la noticia. Es como decirte que prácticamente tu vida termina ahí”, dijo Luisa María, quien es empleada privada.
Venciendo el Impacto. A pesar de la afectación emocional, la realidad estaba ahí y había que enfrentarla porque, según cuenta María Luisa, la institución donde fue atendida, la Plaza de la Salud, le ayudaba para poder conseguir el órgano pero no con el costo del trasplante que era una suma bastante elevada para una familia de escasos recursos como la de ella.
“Nos reunimos, yo les dije que necesitaba de un trasplante, y nos preguntamos que qué íbamos a hacer y decidimos que solicitaríamos ayuda; entonces decidimos ir a los medios de comunicación y publicar lo que necesitábamos que era tanto el costo del trasplante como el riñón”.
“Yo necesitaba el órgano más un millón 500 mil pesos que costaba el trasplante. Fuimos a la radio, televisión y así pude tocar puertas, los políticos, mis amigos de aquí, del pueblo y reunimos el dinero que necesitábamos para la operación. A parte del monto del trasplante, también requería dinero para los estudios que también son costosos, pero gracias a Dios lo resolvimos”, expresó.
Dijo que tenía su seguro médico, pero no cubre ese tipo de procedimientos sino las analíticas cotidianas.
La noticia esperada. Justo cuando pasaron dos meses de su diagnóstico, Luisa María recibió esa llamada esperada que, aunque representó el dolor inevitable para otra familia, pasó a ser su única esperanza de vida y una muestra de compasión invaluable por parte de quienes decidieron donarle el hígado que requería.
Explicó que a quienes reciben órganos nunca se les dice quién dona si no los datos generales, y todo lo que ella supo de quien le devolvió las esperanzas de sobrevivir fue que era un joven de 22 años que había sufrido muerte cerebral y sus familiares estaban dispuestos a donar sus órganos a quien los necesitara.
A Luisa María le avisaron a las 2:00 de la tarde y ese mismo día en la noche se sometió a la cirugía que se extendió por espacio de 14 horas. “Después del trasplante me sentía asustada, pero al pasar los días mi vida cambió. Era otra, tenía más fuerza en mi cuerpo, mi semblante cambió. Tu vida cambia y te conviertes en otro tipo de persona”, afirma con brillo en los ojos.
Hay que batallar. Luego de la experiencia vivida hace tres años, Luisa María está convencida de que una noticia de ese tipo debe llevar a las personas a luchar. Entiende que la depresión solo lleva a dejar los esfuerzos de lado, cuando en realidad hay una oportunidad para seguir hacia adelante.
“Yo les exhorto a tener conciencia y arriesgarse, porque Dios es el único que sabe, no deben tener miedo porque son muchas personas las que han adquirido otra vida. Si te quedas estancado pierdes la vida y tu tienes que luchar por tu vida”, asegura Luisa María.
Asimismo llamó a las personas que se enfrentan al dolor de una pérdida de un ser querido a que comprendan que pueden evitar ese dolor a otros que tienen la oportunidad de seguir viviendo por esa persona que ya no pudo seguir viviendo.
En la actualidad María Luisa pertenece a un grupo de apoyo de personas en espera de órganos y dijo que están centrados en crear conciencia en las personas sobre la realidad de las donaciones de órganos.
FUENTE: http://hoy.com.do/luisa-un-trasplante-te-cambia-la-vida/
Es muy difícil pararte frente al espejo y no ver nada
Con un sabor agridulce pero satisfecha, Milagros Bueno, una joven militar de 22 años trasplantada de córneas, cuenta lo maravilloso que fue para ella el ver ese primer reflejo de luz tras la operación. Pero ahora enfrenta de nuevo el desafío porque requiere de otro reemplazo en el ojo que aun no ha sido operado.
Desde niña presentó problemas de visión, pero ni ella ni su madre se imaginaron que se enfrentarían a una condición tan delicada como la enfermedad ‘Queratocono’.
Inicialmente fue tratada por dificultad visual con lentes de contacto y gotas, pero cuenta que por falta de información precisa permaneció con los mismos lentes de contacto durante cuatro años, sin saber que requerían un cambio anual.
“Los jóvenes no pensamos mucho las cosas y yo no era diferente. Decía no veo bien, pero eso no era más de ahí. Me acostumbré a no ver bien”, expresó.
Pero ocurrió que en un encuentro con compañeros estaba en una posición en que una luz llegaba a sus ojos y un oftalmólogo que estaba allí le dijo que ella tenía algo de importancia en la vista y que debía ir a su médico.
Ahí inició todo su proceso. Ella y su madre notaron la preocupación de los médicos, quienes no le decían nada pero luego le explicaron sobre su enfermedad y le dijeron que requería de un trasplante de córneas para poder ver.
“Para mí fue impactante, nunca ni me habían internado… me puse a indagar y dije no Dios mío, no puede ser. Yo no tenía los recursos para operarme porque era un proceso costoso. Ahí solo tenía el lamento y la preocupación de saber que mi vista se estaba agotando y yo no saber qué hacer”.
Milagros explicó que en ese tiempo la enfermedad avanzó de manera acelerada y llegó a un punto en que no veía casi nada.
“Yo cruzaba un contén porque sabía que estaba ahí, pero no porque lo veía. Era desesperante pararme frente al espejo y no ver nada. Cuando iba a entrar un jefe al área que yo estaba en mi trabajo mis compañeras me avisaban para poder pararme. A eso llegué con mi situación”.
Tocando puertas. Milagros, quien es raso del Ejército de República Dominicana asignada al área de Protocolo, dijo que solo se le ocurrió acudir a la jefatura de la institución a pedir ayuda pero en el proceso hubo cambios y esperó alrededor de un año para tratar el tema. Finalmente lo hizo y fue remitida a Cecanot, donde inició su proceso.
Explica que el llegar allí fue positivo y destaca el esfuerzo de los médicos pero llegó un momento en que nada de eso era suficiente porque dependía de que apareciera un donante.
“Siempre hay una lista de personas que esperan por un donante entonces yo prácticamente llegué a un límite que tenía que esperar un donante y no había. Y el problema es que del ojo que no tenía tan mal apenas veía un 50%”, expresó.
Y se hizo la luz… Milagros, quien es creyente evangélica, dijo que tras asistir a un oficio religioso de sanación recibió una llamada del Cecanot donde le informaron que habían llegado 20 donantes y que había una córnea para ella. “Eso fue miércoles y al otro día ya me operaron”, explicó. Dijo que aunque esperaba ver en lo inmediato le explicaron que era un proceso de un mes para ver reflejos y poco a poco recobraría la vista.
Para su sorpresa, en una interrupción de energía ocurrida a los cuatro días de la cirugía había una vela encendida y logró ver el reflejo. “Fue como un milagro para mí, no tengo las palabras. Todo fue muy especial”, expresó. A los cinco meses completó su proceso y hoy puede ver, gracias a la donación que recibió pero enfrenta la situación nueva vez, porque el ojo del que veía un 50% se ha deteriorado y requiere un nuevo trasplante.
La situación es menos dramática porque al menos del ojo trasplantado ve normal y en el proceso anterior el ojo no operado tenía visión de alrededor de 50%.
“Por favor, donen”. Es la exhortación que hace Milagros. Dice que para quien requiere de un órgano una donación significa el paso de la vida a la muerte y si es de córneas es el paso de la luz a la oscuridad.
“Es lamentable que un pariente muera, es difícil, pero deberíamos pensar más allá y saber que alguien espera un órgano para recobrar su vida y recobrar la felicidad. Es difícil cuando tú esperas algo y no tienes dónde buscarlo”, reflexionó.
FUENTE:http://hoy.com.do/es-muy-dificil-pararte-frente-al-espejo-y-no-ver-nada/
No podía ni siquiera tomar agua
Entrevista a la señora Fiordaliza Torres, en la Redacción del Hoy, sobre el proceso que fue sometida durante un trasplante de riñón en CEDIMAT. Hoy/ Napoleón Marte 22/08/2017.
Como si clamaran en el desierto las personas con necesidad de recibir un órgano para vivir o una córnea para seguir viendo la luz ven sus esperanzas apagarse en una larga espera que para muchos culmina con la felicidad de encontrar un donante compatible, pero para otros con la tristeza de haber pedido la batalla contra el tiempo.
Testimonios de pacientes ligados a esos procesos, revelan la dura realidad de requerir un trasplante.
Con un largo suspiro, Fiordaliza Torres inicia la narración de más de 20 años de un camino en el que hasta tuvo que suprimir la ingesta de agua porque sus riñones no funcionaban, y de atravesar el difícil proceso de las diálisis.
“Yo pesaba 70 libras y la deshidratación se me veía en la piel. Solo me sostenía de frutas que no tuvieran mucha agua y en pocas cantidades. Prácticamente solo podía comer cuando me estaban dializando. Si tomaba agua podía hacer un edema pulmonar, si comía algo se subía el potasio”, expresó la mujer.
Todo empezó cuando a los 20 años quedó embarazada, en ese proceso sentía cansancio y que sus pies se inflamaban, aunque son síntomas ordinarios en estado de preñez, Fiordaliza lo comunicó a su médico, quien se percató de que presentaba Albúmina en la orina, una señal inequívoca del funcionamiento anormal de los riñones.
“Me trataron en el proceso, pero ocurrió que al momento de yo dar a luz surgió una situación de descuido y yo tuve a mi bebé sola y murió. Estando ingresada me realizaron una serie de análisis y estudios que determinaron que tenía un problema renal que solo se resolvía con un trasplante”.
Para alguien de escasos recursos económicos, con una familia de 14 hermanos hijos de una madre soltera, el panorama se tornó gris, pero lo primero que se le ocurrió a Fiordaliza fue reunir a los suyos y explicar lo que pasaba. “Hice una reunión en mi familia y les expliqué que quería los días que me quedaran de vida tranquila. Les dije que si no me iba a trasplantar no me iba a dializar, entonces mis hermanos, que somos muy unidos, estaban dispuestos a donarme. Aunque no teníamos nada, el dinero era lo que menos me preocupaba porque si tienes fe y esperanza, sigues adelante”, señaló.
Decidieron que su hermano Ambiórix Torres fuera el donante. Arrojó positivo a la compatibilidad y ahí empezó el proceso de tocar puertas. Llegó a la Fundación Baquero que aportó parte del dinero y el contacto para que el proceso se realizara en Corazones Unidos. Sus familiares completaron aportando entre todos. El proceso se llevó a cabo con éxito para Fiordaliza que dos años después de descubrirse su enfermedad logró un riñón que funcionara en su cuerpo.
“Lo primero que hice fue tomar agua, mucha agua y comer”. Recuerda el momento como un privilegio grande de la vida, aunque es lo cotidiano de una persona sin problemas de ese tipo.
Segundo trasplante. Fiordaliza recomenzó su vida, volvió a la universidad y estuvo por nueve años con una vida normal, pero luego volvieron los síntomas que tan malos recuerdos le traían. Sus pies volvieron a hincharse, tenía náuseas, volvió a sentir cansancio y pensó que su vida terminó. Estaba frente a un proceso de rechazo de su cuerpo al órgano. “Volví a reunir mis hermanos. En ese segundo proceso ya estaba muy deteriorada. Diálisis de nuevo, ya no era lo mismo, tampoco la edad. Tenía un desgaste. Seis meses en diálisis esa vez. Los médicos decían que yo no iba a resistir, pero el doctor Alberto Flores, de Cedimat, asumió el riesgo y se realizó el segunda trasplante con el riñón de Víctor, otro de mis hermanos, hace cinco años”, dijo.
Viviendo sana. A partir de ahí, Fiordaliza ha iniciado una nueva vida en la que valora todo a su alrededor. Dice que disfruta de las cosas más simples, porque ya conoció lo que es estar cerca de la muerte.
Ahora es corredora, se prepara para un rally de media distancia y es estilista.
Comparte su experiencia con quienes enfrentan el proceso que ella dos veces vivió y anhela que haya mayor información sobre el tema. “La gente no está muy empapada de lo que es un trasplante. Donando le das la oportunidad a alguien de que cumpla un sueño que quizás tu nunca cumpliste. Cuando me trasplantaron, el cambio fue inmediato”, recordó Fiordaliza.
“Lo único que todos tenemos seguro es la muerte y los que quedan aquí en la tierra deben saber que su familiar fallecido puede dar vida a otra persona que tiene la oportunidad de seguir con vida y depende de un órgano que le puedan extraer a ese cuerpo. Tal vez suene cruel o trágico para algunos, pero es parte de la conciencia que hay que crear sobre el tema en la ciudadanía”, reflexionó.
Explicó que si bien es cierto que se trata de procesos muy costosos en el país existen muchas instituciones que ayudan a los que necesitan un nuevo órgano y Salud Pública tiene planes para los medicamentos.
FUENTE: http://hoy.com.do/no-podia-ni-siquiera-tomar-agua/
Solidaridad con los que siguen esperando lo que ellos lograron
La solidaridad expresada al máximo con sus iguales sintetizan la labor que desarrolla la Fundación Dominicana Pro-Ayuda a Pacientes Renales y Trasplantados, una entidad conformada por personas que han recibido órganos y que tiene como norte ayudar y acompañar a los que esperan.
Fue fundada en 1994 por el José Lora Almánzar quien fue un estudiante de Derecho de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) que padeció una insuficiencia renal crónica que lo llevó a dializarse y luego a trasplantarse.
La entidad, actualmente dirigida por Nelson Acosta Mateo y César Tejada se encarga de verificar las condiciones en que se encuentran los pacientes que esperan por órganos tanto desde el punto de vista de las condiciones para recibir las diálisis, el aspecto de los medicamentos y la consecución de donantes como de la prevención de enfermedades que degeneren en situaciones de gravedad.
En este último aspecto se preocupan por realizar jornadas de prevención con la toma de presión arterial y proteinuría en la sangre a fin de determinar casos que pudieran estar iniciando.
Logros. En sus esfuerzos lograron contribuir con la creación de la ‘Ventanilla Única’ para medicamentos para terminar la dispersión que había en la entrega a los trasplantados. “En el área de la Hemodiálisis fuimos pro-activos para que la dirección de habilitación y acreditación de Salud Pública creara las normas para la conducción y tratamiento de los pacientes en Hemodiálisis”, señaló tras recordar que los espacios y servicios eran muy precarios.
Cultura de donación. Sobre la donación de órganos dijo que la única forma de que en el país se realice es si las instituciones se unen para promover la cultura de donar órganos. Favorece que a futuro la donación sea por Ley como en otros países, pero entiende que ahora falta comunicación.
Dijo que le preocupa que no haya un mayor interés de apoyar en ese sentido, y quisiera que otras fundaciones se unan en la realización de una buena campaña.
Necesidades pacientes. Acosta dijo que en la actualidad trabajan el aspecto de los costos y en el cumplimiento de las responsabilidades de las ARS con los servicios que incluyen en sus catálogos. “Hoy el 70% de las personas tienen un seguro médico en sus bolsillos y las coberturas se han ampliado de manera importante pero sigue siendo alto el gasto de bolsillo por cada aseguradora”, expresó.
Dijo que se incurre en muchos gastos de pago de consultas, estudios, además de los ‘abscesos vasculares’ y otros aspectos. Asimismo dijo que tampoco hay cobertura para los donantes ni las analíticas para inscribirse en lista de espera y luchan por conseguir que esa realidad cambie.
FUENTE: http://hoy.com.do/solidaridad-con-los-que-siguen-esperando-lo-que-ellos-lograron/
Estefany vive a través de cada latido que le da un corazón que quiso seguir palpitando en su pecho
Cada latido en el corazón de Estefany representa el gran gesto de desprendimiento de un hombre que en vida hizo saber que quería que sus órganos fueran donados al momento de su fallecimiento. La familia estaba consciente de su pedido y, al presentar un episodio de muerte cerebral, decidieron ceder a la joven de entonces 22 años, la ‘máquina’ que por años dio vida a su pariente.
En el año 2012 Estefany Moreno Vargas se convirtió en la única dominicana sobreviviente a un trasplante de corazón. Había ha sido diagnosticada con Cardiomiopatía Dilatada, un trastorno caracterizado por una hipertrofia y dilatación progresiva del corazón que causa debilidad del mismo al punto de disminuir la capacidad de bombear sangre de manera eficaz.
El proceso de Estefany comenzó cuando ella tuvo su tercer hijo, siendo apenas una joven de 19 años. A pocos meses de su parto comenzó a presentar síntomas de fatiga y su vientre se fue inflamando.
La situación generó preocupación en su madre, Hilda Vargas, quien decidió llevarla donde un cardiólogo.
“Nosotros fuimos donde una doctora, me pusieron un tratamiento pero no me daba resultado. Luego me hicieron estudios más profundos y se dieron cuenta de lo que realmente yo tenía”, explicó.
Para ella y su madre, de entrada, el diagnóstico no les dijo mucho pero luego los médicos le fueron haciendo entender la gravedad de la situación y se encontraron con la noticia de que esta requería de un nuevo corazón y, lo peor, la información que tenían era que en el país no se realizaba esa cirugía.
Tanto Estefany como su madre decidieron dedicarse a orar, pero era el único recurso con que contaban. Las personas solo le decían que buscara la ayuda de un político para que la sacaran del país porque su problema no tenía otra solución que un trasplante.
“En ese proceso llegué a Cecanot. Allá me pusieron en lista de espera, pero no me llamaron nunca. En esa etapa me pusieron un tratamiento y cada semana debía ir a sacarme líquido de mi abdomen que no paraba de crecer. Parecía que estaba embarazada. Ese fue un proceso que me cansó, me cansó tanto que ya yo no quería ir. Imagínate tres años en eso con esperanza en nada, es muy duro y yo solo pensaba en mis hijos, que no los vería crecer”, recordó. En ese proceso también tuvo varios ingresos porque por momentos su salud colapsaba, pero la estabilizaban y le daban el alta.
“Eso fue muy difícil. Se me cayó el pelo y mi estado de ánimo era muy irritable. A veces no quería ver ni a mi mamá, no quería ver mis hijos”, afirmó.
Y un corazón quiso seguir latiendo en ella… La noticia que ya Estefany ni se esperaba llegó un día de esos en que prefirió no ir a drenarse. Ese día, en lugar de ir al médico, fue a una ‘campaña’ en la iglesia evangélica que visitaba. De ahí salió pasadas las 10:00 de la noche y a esa hora recibió una llamada de la Plaza de la Salud, centro en el que también estaba inscrita para trasplante.
“Me dijeron que si yo podía ir y me dicen que vaya preparada. Le pregunté, ¿pero a esta hora? Y me dijeron que sí. Yo salí con mi mamá, me dijeron que tenía un donante, me hicieron las pruebas y el resultado fue positivo en 100%. Esa respuesta me la dieron como a las 3:00 de la mañana y ahí me dejaron ingresada”, recordó la joven que hoy tiene 27 años. El procedimiento se realizó con éxito en el Hospital General de la Plaza de la Salud y hoy Estefany es una madre llena de vida y dedicada a sus hijos.
Hay que donar. Tanto Estefany como su madre hoy están convencidas de que la donación es fundamental para muchas personas que tienen la vida suspendida en espera de un buen gesto. Está consciente de que ella hoy está viva porque su donante, estando en vida, fue consciente de la situación y ella espera que haya más personas así.
Su madre opina igual, dice que la muerte es dolorosa en cualquier circunstancia pero, en medio de ese sufrimiento, se puede ayudar a otros.
FUENTE: http://hoy.com.do/estefany-vive-a-traves-de-cada-latido-que-le-da-un-corazon-que-quiso-seguir-palpitando-en-su-pecho/
Mi madre ya no tenía vida pero pudo dársela a otros que viven
Por: Sorange Batista
e-mail: s.batista@hoy.com.do
Pedro Lajara descubrió en medio del más fuerte dolor que como hijo único ha podido sentir que fue la muerte de su madre, como un gesto de desprendimiento pudo aliviar su pena. Su progenitora, Emilia Lajara, presentó muerte cerebral a los 58 años a causa de un aneurisma y este accedió a que todos sus órganos fueran donados.
Asegura que fue la decisión más fuerte que ha tenido que tomar en su vida, pero nunca pensó que ese paso lo llevaría a sentir tanta satisfacción como la que tiene hace siete años.
“Mi madre ya no tenía posibilidades de vida, estaba viva por los aparatos a que estaba conectada y en el momento en que había que tomar la decisión de desconectarla un médico me habló del tema de la donación de órganos”.
Dijo que fue un momento muy fuerte porque al tratarse de un ser tan querido como su madre y en medio del dolor, pensar en esa posibilidad era demasiado, sin embargo, pudo razonar sobre la idea y dijo que sí.
Buscó al médico que se le acercó y le dijo que podían extraer lo que fuera necesario para ayudar a otros.
“Mi madre no tenía vida pero yo pensé, bueno dar vida después de la muerte es algo como una inspiración realmente y eso en mi dolor me ayudó mucho porque dije mi mamá murió pero vivieron muchos porque fueron cinco personas que recibieron sus órganos y gracias a Dios todo fue positivo”, señaló.
Pedro está convencido de que la decisión que adoptó fue la misma que habría escogido su madre porque, en vida, se caracterizó por ser una persona muy dada a los demás.
Dijo que la decisión la tuvo que tomar solo por ser hijo único, pero no se arrepiente.
“Lástima que por Ley uno no pueda conocer los donantes porque uno pudiera decir ahí anda un pedazo mío. Ví una experiencia en un video y me gustaría vivirla”, expresó.
Exhorta a la donación. La experiencia vivida por Pedro le sirvió para que se convirtiera en un ente promotor de la donación de órganos y en su familia ha hablado del tema para que todos tomen la decisión de que sus órganos sean donados, en el momento del fallecimiento.
Considera que en el país se debería legislar para que la práctica sea obligatoria, como ocurre en otros países porque se trata de salvar lo más preciado a alguien que es la vida y son muchos los que esperan.
Pedro fundamenta su interés en el hecho de que su madre murió pero hay personas que hoy viven con sus córneas, su riñón o con su hígado.
“Hay mucha gente que no lo hace por temor, que creen que es que se lo quitan a uno y se lo ponen a otro, pero es algo que en realidad es un proceso. Hay mucho tabú con el tema. Hago un llamado a las personas para que sean bondadosas y hagan conciencia de eso porque muchos mueren pudiendo haber recibido un órgano de alguien fallecido. Hay muchos en espera y en ese grupo hay muchos niños que pueden vivir”.
Felipe vivió la experiencia de dar vida a su hijo al donarle un riñón
Publicado el: 2 septiembre, 2017
Por: Sorange Batista
e-mail: s.batista@hoy.com.do
El saber que un padre ha dado vida a su hijo podría sonar a error en muchos, porque es una virtud reservada para las madres, sin embargo en el hogar formado por Ana Awilda Rodríguez y Felipe Guevara se vivió esa extraordinaria experiencia cuando tuvieron que salvar a su hijo Felipe Alfredo, quien requirió de un trasplante de riñón a los 17 años.
Narrar la experiencia que en el momento del diagnóstico fue devastadora, aun arranca las lágrimas de Ana Awilda, quien fue la primera en recibir la noticia de qué ocurría con su hijo.
“Una tarde me dijo que tenía fiebre. Como estando niño le dio dengue cada vez que tenía fiebre le realizaba análisis. Le salió la proteína alta y sangre oculta. La doctora me refiere al urólogo, quien le mandó a realizar una prueba de creatinina. Le salió en 6.3, pero yo no sabía que eso era malo hasta que vi cómo cambió el semblante del doctor al ver los resultados”, explicó.
Ahí inició la incertidumbre. Ana Awilda que en ese momento andaba sola con su hijo le insistió al médico para que le dijera pero este más tarde le expresó que no quería dar la noticia delante de su hijo. Ese diagnóstico la dejó absolutamente en shock: los riñones de su único hijo, adolescente, no funcionaban.
Recuerda que se marchó a su casa y como pudo llegó, le contó a su esposo que también quedó sorprendido y de inmediato se fue a casa de su abuela a llorar.
Asimilando el proceso. Al día siguiente contó en su trabajo lo que le ocurrió y alguien le recomendó un médico en Cecanot y lograron comunicarse con él.
“Lo llevamos donde el doctor Ignacio Bengoa y ahí se inició el proceso de ver qué le dañó el riñón y ahí se descubrió que el nació con la uretra obstruida y esa condición le produjo el daño renal que se había descubierto”, explicó.
En ese proceso se optó por la realización de dos cirugías para corregirle esa situación para entonces iniciar el proceso de trasplante que implica la búsqueda del órgano de un paciente compatible.
Otra prueba en el camino. Los primeros en hacerse la prueba fueron Ana Awilda y Felipe, como sus padres pero ahí entonces surgió otro problema. Al evaluar a Felipe comprobaron que padecía de presión arterial alta y lo medicaron. Quedó descartado, pero al evaluar a la madre los médicos descubrieron que esta tenía un tumor maligno en un riñón y entonces hubo que realizarse una cirugía con carácter de urgencia, porque si no el mal se podría expandir a otros órganos.
“En ese proceso hablamos con la familia, fuimos a las iglesias a todas partes buscando donante, pero un buen amigo me dijo que no me diera por vencido que yo podría donar. Me dijo: ponte a dieta, mejora tu presión, baja tu colesterol y haz el intento a ver si puedes donar. Creo que lo logras”, recordó Felipe y eso hizo.
De padre a hijo. Felipe volvió donde el doctor y le explicó su disposición y le dijo que estaba dispuesto a firmarle un descargo, si era posible, pero este dijo que no se podía. Ante la insistencia y luego de una mejora en su condición se le realizaron nuevas pruebas, incluida una fuera del país y la respuesta fue positiva.
El día de la cirugía, primero ingresaron al quirófano a Felipe y una hora después a su hijo.
“A la hora que a Felipe Alfredo se lo llevaban yo dije: Señor es tu voluntad, no la mía. Una enfermera que estaba ahí me ayudó a orar. Estaba rodeada de amigos, familiares que me acompañaron”, recordó en medio de lágrimas.
A partir de ahí todo fue un proceso de recuperación del que hoy hacen dos años.
Hoy su hijo es estudiante de psicología y desarrolla una vida con normalidad.
“Hoy por tí, mañana por mí”. Es la reflexión que tienen hoy los padres de Felipe Alfredo. Llaman a las personas a donar órganos porque hay muchas personas a la espera que cualquiera se apiade de ellos.
“Hay personas que piensan que porque una persona esté en lista si lo llevan a intensivo lo van a matar para coger ese órgano, eso no es así, estudien, lean, vean. Vamos todos a ayudar en esa causa”, dijo Ana Awilda.
Tanto ella como su esposo apoyan las iniciativas tendentes a crear conciencia sobre la importancia de donar.
FUENTE: http://hoy.com.do/felipe-vivio-la-experiencia-de-dar-vida-a-su-hijo-al-donarle-un-rinon/