Por: Sorange Batista
e-mail: s.batista@hoy.com.do
Pedro Lajara descubrió en medio del más fuerte dolor que como hijo único ha podido sentir que fue la muerte de su madre, como un gesto de desprendimiento pudo aliviar su pena. Su progenitora, Emilia Lajara, presentó muerte cerebral a los 58 años a causa de un aneurisma y este accedió a que todos sus órganos fueran donados.
Asegura que fue la decisión más fuerte que ha tenido que tomar en su vida, pero nunca pensó que ese paso lo llevaría a sentir tanta satisfacción como la que tiene hace siete años.
“Mi madre ya no tenía posibilidades de vida, estaba viva por los aparatos a que estaba conectada y en el momento en que había que tomar la decisión de desconectarla un médico me habló del tema de la donación de órganos”.
Dijo que fue un momento muy fuerte porque al tratarse de un ser tan querido como su madre y en medio del dolor, pensar en esa posibilidad era demasiado, sin embargo, pudo razonar sobre la idea y dijo que sí.
Buscó al médico que se le acercó y le dijo que podían extraer lo que fuera necesario para ayudar a otros.
“Mi madre no tenía vida pero yo pensé, bueno dar vida después de la muerte es algo como una inspiración realmente y eso en mi dolor me ayudó mucho porque dije mi mamá murió pero vivieron muchos porque fueron cinco personas que recibieron sus órganos y gracias a Dios todo fue positivo”, señaló.
Pedro está convencido de que la decisión que adoptó fue la misma que habría escogido su madre porque, en vida, se caracterizó por ser una persona muy dada a los demás.
Dijo que la decisión la tuvo que tomar solo por ser hijo único, pero no se arrepiente.
“Lástima que por Ley uno no pueda conocer los donantes porque uno pudiera decir ahí anda un pedazo mío. Ví una experiencia en un video y me gustaría vivirla”, expresó.
Exhorta a la donación. La experiencia vivida por Pedro le sirvió para que se convirtiera en un ente promotor de la donación de órganos y en su familia ha hablado del tema para que todos tomen la decisión de que sus órganos sean donados, en el momento del fallecimiento.
Considera que en el país se debería legislar para que la práctica sea obligatoria, como ocurre en otros países porque se trata de salvar lo más preciado a alguien que es la vida y son muchos los que esperan.
Pedro fundamenta su interés en el hecho de que su madre murió pero hay personas que hoy viven con sus córneas, su riñón o con su hígado.
“Hay mucha gente que no lo hace por temor, que creen que es que se lo quitan a uno y se lo ponen a otro, pero es algo que en realidad es un proceso. Hay mucho tabú con el tema. Hago un llamado a las personas para que sean bondadosas y hagan conciencia de eso porque muchos mueren pudiendo haber recibido un órgano de alguien fallecido. Hay muchos en espera y en ese grupo hay muchos niños que pueden vivir”.