Las negativas familiares a donar órganos duplican en A Coruña la media estatal – Concienciar a los más jóvenes, «los familiares de los donantes del futuro», es la principal estrategia para revertir esa tendencia.
Con 235 trasplantes en 2016, la tercera mejor cifra en la historia del centro y la sexta de España en el último año, el Complexo Hospitalario Universitario de A Coruña (Chuac) es líder estatal en ‘recambio’ de corazones. Solo tres centros realizan más de veinte al año y el Chuac alcanzó, con La Fe de Valencia, 29. A ellos se sumaron 114 de riñón, 26 de ellos de donante vivo, 48 de hígado, 39 de pulmón y 5 de páncreas. Esas 235 nuevas oportunidades pusieron la cara a una actividad trasplantadora que también tuvo su cruz: la tasa de donación cayó en el área sanitaria coruñesa, muy condicionada por el elevado porcentaje de negativas familiares. De hecho, una de cada tres familias dijeron «no» a la donación, el doble que la media estatal (15%).
Los médicos del Complexo Hospitalario Universitario de A Coruña (Chuac) realizaron un total de 235 trasplantes el año pasado, 29 de ellos de corazón, lo que sitúa al centro coruñés como el hospital de España con más operaciones de este tipo, igualado con La Fe de Valencia. No todo fueron, sin embargo, buenas noticias. La tasa de donación en el complejo hospitalario coruñés descendió, muy condicionada por la elevada tasa de negativas familiares. De hecho, el porcentaje de familiares que dijeron «no» a la donación se disparó hasta el 32% el año pasado, el doble que la media estatal (15%) y la cifra más alta de los últimos años, una realidad que hace más necesario que nunca «seguir trabajando en informar y concienciar a la población y en mejorar el proceso de comunicación con las familias», subraya la enfermera responsable de la Oficina de Coordinación de Trasplantes (OCT) del Chuac, Tina Fernández. «Cambiar esta realidad nos compromete a todos», recalca.
Tradicionalmente, las negativas familiares a donar los órganos de un pariente muerto se sitúan en Galicia por encima de la media estatal. Las causas, según Fernández, no están del todo claras. No obstante, un estudio realizado en 2011 por la Unidade de Psicoloxía do Consumidor e Usuario de la Universidade de Santiago (USC) trató de arrojar luz sobre esta cuestión. En esa investigación, los expertos de la USC constataron que los hombres son más reacios a donar los órganos de un familiar fallecido que las mujeres, y que entre estas son más propicias a ser donantes las que son más jóvenes, hasta el punto de que las mayores que se niegan a serlo son el doble que las de menos edad.
El análisis de las negativas familiares llevado a cabo por el equipo santiagués concluyó, además, que las creencias relacionadas con el culto a la muerte son determinantes para no acceder a donar los órganos de un familiar entre personas que viven en zonas rurales, con la particularidad de que este tipo de convicciones permanecen aún cuando se han trasladado a zonas urbanas hasta la segunda generación de familiares. «Por lo general son más reacias a la donación las familias del ámbito rural. De hecho, si nos ciñésemos sólo a la ciudad de A Coruña, la tasa de negativas a donar sería similar a la de otras comunidades españolas», sostiene Tina Fernández.
Los autores del trabajo de la USC destacaron también, como muy significativo en la actitud a favor o en contra de la donación, el hecho de tener o no estudios superiores, por lo que el factor de la formación de la familia del posible donante también es determinante. Según ese informe, algo más del 44% de los no donantes no tienen estudios primarios y el 32,4% de los que donan son titulados en Formación Profesional (FP) de ciclo superior o universitarios.
A la cabeza de los motivos esgrimidos para justificar la negativa para donar los órganos de un familiar clínicamente muerto está el de que se le da por fallecido antes de tiempo. El temor a que sirvan para traficar con órganos o a que el cadáver quede desfigurado, con cicatrices o la imposibilidad de que la cara sea visible, se añade el sentimiento de abandono del fallecido y lo que pensarán otros familiares o los vecinos, así como que la donación representa un retraso en la recuperación del cuerpo para la celebración del sepelio. «Siempre tratamos de explicarles a las familias que la donación no influye para nada en los ritos funerarios, y que van a poder velar a sus familiares y darles sepultura de la misma manera», apunta Fernández.
En menor proporción, a la hora de negarse a donar los órganos de un familiar, según el estudio de la USC, también pesan consideraciones de índole religiosa. Incluso hay quien argumenta que no le «debe nada» a la sanidad, y no se siente en la obligación de donar órganos para salvar vidas.
Sin embargo, la enfermera responsable de la Oficina de Coordinación de Trasplantes del Chuac recuerda que cada donación de órganos que no se consigue es «una opción menos para algún enfermo que no tiene otra alternativa». «Los trasplantes, por desgracia, no son tratamientos electivos: un paciente en lista de espera, que no recibe un nuevo órgano, puede morir», destaca Tina Fernández.
Charlas en centros educativos
Para concienciar sobre esta realidad, las fundaciones Chuac y María José Jove colaboran, desde hace cuatro años, en un programa educativo con charlas dirigidas a estudiantes coruñeses de entre 14 y 18 años, «los familiares de los donantes del futuro», recuerda la enfermera responsable de la OCT del complejo hospitalario coruñés. «Nos parece importante dirigirnos a adolescentes de entre 14 y 18 años porque, en esa franja de edad, es cuando empiezan a elaborar criterios propios sobre aspectos importantes de la vida, como qué quieren estudiar, en qué les gustaría trabajar… Lo que buscamos, con este programa, es que tengan toda la información posible sobre donaciones y trasplantes de órganos y tejidos para que, llegado el momento, puedan decidir, ya que ellos van a ser los familiares de los posibles donantes del futuro», apunta Fernández, quien especifica que durante esas charlas, en las que interviene también un paciente trasplantado, se ofrece a los chavales información sobre trasplantes y donación. «Al finalizar, se les pasa una encuesta para ver si estarían dispuestos a donar sus órganos, y el 95% responde que sí, aunque ese porcentaje desciende cuando se les pregunta si donarían los de un familiar», de ahí la importancia de «seguir trabajando» en esa línea.
«El carné de donante de órganos es un documento testimonial, la última palabra la tiene siempre la familia, por eso es tan importante que las personas que quieran donar sus órganos se lo hagan saber a sus seres queridos en vida», recalca Tina Fernández. «Hoy en día, también hay la opción de dejar constancia de esa voluntad de donar los órganos en el llamado ‘testamento vital’, un registro de últimas voluntades al que tienen acceso los facultativos del Sergas a través de la historia clínica de los pacientes», recuerda la enfermera responsable de la Oficina de Coordinación de Trasplantes del Hospital Universitario de A Coruña.
Reducir las negativas familiares a donar es, sin duda, el principal reto de los responsables del área de trasplantes del Chuac. «Subir la donación no solo nos permitiría hacer más trasplantes, sino que mejoraría la calidad de vida de quienes están esperando», apunta Tina Fernández.
Mientras tanto, el equipo apuesta por incrementar los donantes en asistolia o a corazón parado -en diciembre se hizo el primer trasplante pulmonar de este tipo y el 29% de los de hígado ya se realizan con este método, según informan desde el centro hospitalario universitario coruñés- y también en seguir potenciando la donación en vida, que en el año 2016 permitió realizar la cuarta parte de los trasplantes renales, por encima de la media estatal. Todo para dar esperanza a quienes esperan un órgano.
FUENTE: http://www.laopinioncoruna.es/sociedad/2017/04/09/motivos-regalar-vida/1170053.html