Donación de órganos para trasplantes en niños con parada cardiorrespiratoria

Donación de órganos. Dado que actualmente el número de donantes en muerte encefálica es insuficiente para subvenir las necesidades de los pacientes en lista de espera de trasplante, en la última década se han desarrollado actuaciones médicas dirigidas a conseguir que los órganos provenientes de donantes en parada cardiocirculatoria fueran también aptos para la realización exitosa de los trasplantes de órganos sólidos.

La realización de intervenciones médicas en situaciones al final de la vida habían sido planteadas, hasta hace pocos años, como actuaciones centradas en el mejor interés del paciente en proceso de muerte.

La creciente demanda de órganos para trasplante, ha generado la necesidad de la expansión del número de donantes de órganos.

Dado que actualmente el número de donantes en muerte encefálica es insuficiente para subvenir las necesidades de los pacientes en lista de espera de trasplante, en la última década se han desarrollado actuaciones médicas dirigidas a conseguir que los órganos provenientes de donantes en parada cardiocirculatoria fueran también aptos para la realización exitosa de los trasplantes de órganos sólidos.

No obstante, para conseguir la suficiente viabilidad de órganos en donantes en parada cardiocirculatoria, es necesaria la realización de una serie de actuaciones médicas que tienen como objetivo principal conseguir disminuir el período de isquemia caliente a los que estos órganos se someten a fin de incrementar las posibilidades de éxito tras el trasplante.

Recientemente ha sido publicado en Journal of Medical Ethics (1) un artículo, cuyos autores, Brierley J y Shaw D, analizan aspectos éticos y legales de las intervenciones premortem realizadas en niños en proceso de muerte dirigidas a optimizar la donación de órganos para trasplante tras la parada cardíaca.

En este artículo se analizan aspectos legislativos (específicos del Reino Unido) y también se realiza un proceso descriptivo y analítico de los elementos que, desde la perspectiva ética, pudieran apoyar, u oponerse, a la realización de actuaciones premorten en pacientes menores de edad con fines de donación de órganos.

El hecho de que los procedimientos de extracción y perfusión de los órganos deban realizarse en áreas quirúrgicas condiciona que el proceso de la muerte de estos pacientes, que van a ser donantes, se deba realizar en el quirófano o en áreas cercanas a él. Este hecho, pudiera limitar el acompañamiento familiar, que la buena práctica asistencial al final de la vida debe conllevar. Los autores del artículo opinan que ese acompañamiento se puede realizar igualmente en dichas áreas, y que por tanto, no debería ser un impedimento ético relevante. También opinan que, dada la frecuente ausencia de conciencia de los niños en estadios al final de la vida, el hecho de que la muerte se produzca en áreas quirúrgicas no debería ser un obstáculo, dado que no supondría un sufrimiento adicional para el niño, siempre que los padres hubieran dado el consentimiento para que el fallecimiento se produjera en dichas áreas.

Uno de los aspectos más controvertidos presentado en el artículo de Brierley, es el conjunto de intervenciones médicas que se deben realizar para optimizar, el momento de la parada cardíaca. Para que los órganos donados alcancen mayores posibilidades de éxito para el trasplante tras la parada cardiocirculatoria, esta debe de realizarse de modo programado y controlado. Para ello es frecuentemente necesaria la prolongación de la ventilación mecánica (o su instauración) y/o la administración de drogas vasoactivas que optimicen el estado cardiocirculatorio antes de la parada circulatoria definitiva. Brierley se posiciona en considerar estas actuaciones como éticamente aceptables si los padres dieron su consentimiento. Por otra parte, también considera que estas actuaciones debe ser admitidas, dado que algunas de estas prácticas ya se realizan para posponer el momento del fallecimiento, por ejemplo para esperar la llegada de un familiar que va a acompañar al niño en esta fase final de la vida. Dentro de este apartado de intervenciones terapéuticas, se hace referencia en el artículo a la controvertida actuación de la intubación y ventilación artificial mecánica electiva en niños anencéfalos que tienen pocas posibilidades de supervivencia a largo plazo. Los autores son de la opinión de que estas actuaciones deben realizarse, y son éticamente aceptables, dado que “el amor de los padres por el niño y su derecho a la autonomía supera el posible daño que se pudiera estar generando el niño”, sobre todo si se realiza una sedación y analgesia adecuadas. Llama la atención que los propios autores hacen referencia a que “la vida humana no debería ser utilizada como medio para proporcionar órganos para trasplante”.

No obstante, los Brierly J et al omiten cualquier análisis del hecho de que los niños anencéfalos son seres humanos vivos, y que el diagnóstico de anencefalia no se asocia necesariamente a un estadio al final de la vida, sino que puede asociarse a una supervivencia prolongada.

El tercer apartado considerado en el artículo es la realización de maniobras terapéuticas específicas dirigidas a mejorar la calidad de los órganos a trasplantar. Entre ellas se encuentran: la administración de inmunomoduladores o de agentes anticoagulantes, la realización de técnicas como la fibrobroncoscopia (en el caso de donación de pulmón) o la inserción premortem de cánulas intravasculares. En el artículo se afirma que estas actuaciones son difíciles de justificar, pero que el balance entre el daño producido al paciente y el beneficio que recibe el receptor hace que esas actuaciones deban ser consideradas tolerables desde el punto de vista ético.

Los aspectos anteriormente realizados en relación a las actuaciones realizadas en la donación de órganos para trasplante tras parada cardiocirculatoria en niños en proceso de muerte, no difieren de modo sustancial de las que se realizan en adultos en circunstancias clínicas similares. La diferencia significativa estriba en el hecho de que las intervenciones premortem antes de la donación en parada circulatoria en niños requieren el consentimiento informado de los padres y, excepcionalmente podrían incluir la participación del menor en un proceso de voluntades anticipadas a la muerte

Los autores se posicionan de modo global en una tolerancia de estas intervenciones pre mortem y realiza una descripción acertada de la mayoría de las consideraciones éticas que deben ser realizadas en estos casos. Sin embargo, ese posicionamiento favorable está débilmente discutido, y adolece de argumentos éticos centrados en la dignidad de la persona que va fallecer, focalizando sobre todo su posición favorable a este tipo de actuaciones, en la justificación ética del indudable beneficio que se consigue tras la realización del trasplante de órganos con órganos óptimos.

FUENTE: http://www.observatoriobioetica.org/2017/06/donacion-de-organos-para-trasplantes-ninos-parada-cardiorrespiratoria/19498

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