La epidemia redujo un 25% las donaciones de órganos. España realizó 4.425 intervenciones, un 20% menos que en 2019.
JESSICA MOUZO Barcelona – 19 ABR 2021 – 23:30 AST
Una enfermedad renal congénita mantenía a Noelia Moya, de 27 años, enganchada a una máquina de diálisis cada tres días, a la espera de un nuevo riñón. La joven, vecina del madrileño barrio de Vallecas, llevaba ya cinco trasplantes renales fallidos en su historial clínico cuando empezó la pandemia. “A finales de 2019 comenzaron a hacerme las pruebas para entrar en la lista de espera de trasplantes otra vez. Pero la pandemia retrasó algunas pruebas y hasta junio de 2020 no me llamaron para el TAC y el escáner”, relata. La crisis sanitaria también pasó factura a los trasplantes en España, que llevaban años batiendo récords de donaciones e intervenciones. Según la Organización Nacional de Trasplantes (ONT), en 2020 se realizaron 4.425 operaciones, un 20% menos que en 2019. Las donaciones también cayeron un 25%.
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Los enfermos renales han sido de los más perjudicados por los vaivenes de la pandemia. Por un lado, los centros de diálisis, imprescindibles para la supervivencia de los pacientes, se convirtieron en puntos negros de contagio: eran personas de riesgo, obligadas a pasarse varias horas enganchadas a una máquina en una sala cerrada y compartida con otros enfermos. Según la Sociedad Española de Nefrología, más de 4.700 pacientes renales se contagiaron de covid y la mortalidad fue del 25%. Por otro lado, además, la posibilidad de tener una alternativa terapéutica temporal, como la diálisis, provocó que los trasplantes renales fuesen los más afectados por el parón de la actividad al que obligó la crisis sanitaria.
“En la diálisis, al principio, te daba un poco de miedo porque distancia social entre las máquinas no hay. En nuestro centro ha habido algún contagio. Siempre te queda el temor porque eres una persona con las defensas bajas, pero luego te acostumbras”, señala Moya. En marzo tenía una consulta y se la anularon. Hasta agosto no se retomaron las pruebas para entrar en la lista de espera y en noviembre la incluyeron oficialmente. El pasado miércoles, apareció un nuevo riñón para ella y entró al quirófano para trasplantarse por sexta vez. “Todo ha ido muy bien. Tengo que quedarme unos días más ingresada y luego ya a casa, con las menos visitas posibles durante un tiempo”, cuenta desde el hospital.
Los meses de la primera ola fueron devastadores para la actividad de los trasplantes. “El sistema sanitario se vio desbordado pese a aumentar un 300% las camas de UCI. En la primera ola, además, no estaban establecidos bien los circuitos covid y había miedo a que los pacientes se infectasen”, relata Beatriz Domínguez-Gil, directora de la ONT. Con las unidades de cuidados intensivos al límite por la covid, no había hueco para iniciar una intervención de esa magnitud, que exigía un postoperatorio en la UCI. “Lo más difícil, cuando eres intensivista y coordinadora de trasplantes y haces guardias covid y no covid, fue ver que se necesitaba una cama para una persona que quería ser donante y que tu UCI estaba llena. Y tener que pedir una cama para que esa persona pueda ejercer su derecho”, relata Manuela Cid, coordinadora de Trasplantes del Hospital Virgen del Rocío de Sevilla.
También había problemas logísticos, como las restricciones de vuelos comerciales para trasladar los órganos o la falta de personal, porque buena parte de los equipos de trasplantes estaban dedicados a atender los casos de covid o, en su defecto, infectados o en cuarentena preventiva. “La mayoría de los coordinadores de trasplantes somos intensivistas y desapareció el tiempo para dedicarlo a la donación. No tuvimos demasiado tiempo para pensar: se suspendieron los trasplantes de adultos, pero la actividad en niños se mantuvo”, relata Teresa Pont, coordinadora de trasplantes del Hospital Vall d’Hebron de Barcelona. También las llamadas urgencias cero, donde la vida del paciente corre peligro inminente, se mantuvieron.
Los casos más graves se atendieron. Como el de Marcela Montes, de 37 años y aquejada de una fibrosis quística desde que nació. Fue trasplantada de los dos pulmones el pasado julio en el Vall d’Hebron. “Los trasplantes se pararon cuando yo estaba haciendo el preoperatorio, pero mis médicos estuvieron muy pendientes de mí. El día de la operación no me dio miedo, entré feliz y con esperanza”, relata. Estuvo dos días en la UCI y, cuando despertó, todo había cambiado. “Nunca había respirado bonito. No sabía lo que era respirar. Ahora puedo subir y bajar escaleras o caminar 10 kilómetros sin cansarme. Pero lo mejor: puedo dormir sin tener miedo a ahogarme de noche”, explica.
Domínguez-Gil señala que el mayor impacto en los trasplantes lo han sufrido, además de las intervenciones de riñón, las de pulmón. “Se ha tenido más precaución porque es el órgano diana del coronavirus”, aclara. Con todo, en 2020, la ONT registró 2.700 trasplantes renales, 1.034 hepáticos, 336 de pulmón, 278 cardíacos, 73 de páncreas y 4 de intestino. España también ha batido un récord al realizar 197 trasplantes a niños.
Los coordinadores de trasplantes asumen, no obstante, que, a causa de la pandemia, no solo se han retrasado intervenciones, sino que muchos pacientes no han llegado ni a entrar en la lista de espera. “Al hospital no llegaron enfermos para evaluar”, apunta Pont. De hecho, la lista de espera (a 31 de diciembre de 2020) era de 4.794 pacientes (92 de ellos, niños). Por esas fechas, en 2019 eran 4.889 pacientes. “Hubo un descenso en las inclusiones en lista. Muchos de estos pacientes se enfrentan a un retraso y pueden llegar al trasplante en peores condiciones”, admite Domínguez-Gil. A lo largo del 2020, 9.498 personas pasaron por la lista de espera. Esto es, 1.100 menos que el año anterior y el 68% de ellas eran pacientes renales.
La ONT asegura que ya están recuperando el ritmo de actividad de antes de la pandemia, pero aún les queda recorrido. “Estamos muy determinados por el curso de la epidemia. Los obstáculos persisten en mayor o menor medida, pero estamos esperanzados con la vacunación”, apunta Domínguez-Gil. El Ministerio de Sanidad ha catalogado a las personas trasplantadas o en lista de espera para este procedimiento como prioritarias para la vacunación. De hecho, el plan de Sanidad es simultanearlas con la inmunización a los mayores de 70 años, aunque alguna comunidad, como Cataluña, ya había avanzado y lleva semanas vacunándolos.
CIRCUITOS COVID
La pandemia obligó a actualizar los protocolos y circuitos para sortear la transmisión del virus. La incidencia de covid y la mortalidad por esta causa en los trasplantados es mayor que en la población general, “Unos 778 pacientes trasplantados desarrollaron covid. Estos pacientes tienen más riesgo de desarrollar la enfermedad y el curso evolutivo es más grave. La mortalidad es del 27%”, explica la directora de la ONT, Beatriz Domínguez-Gil.
La ONT ha actualizado sus protocolos. Un donante positivo es descartado y para uno que ya ha pasado la enfermedad (no es infectivo) se precisan una PCR negativa y que hayan pasado 14 días desde el inicio de los síntomas. “Si la PCR persiste como positiva aunque ya no es infectivo, se hace un balance riesgo-beneficio”, señala la directora de la ONT.