El noble gesto de una pareja permitió que otros cinco menores pudieran mantenerse con vida.
En octubre de 2017, la vida de la familia Urasli cambió dramáticamente. El hijo de Brooke e Ibrahim, de solo tres años, fue atropellado por un vehículo cerca de su domicilio en Sydney, Australia, y falleció tras permanecer 10 días en cuidados intensivos.
Tras el fallecimiento del pequeño Zane, los médicos le hablaron a sus padres sobre la donación de órganos, algo que hasta ese minuto para la pareja era un tema bastante lejano.
Ellos accedieron a donar los órganos del menor, y su noble gesto permitió a otros cinco niños mantenerse con vida. De acuerdo a la legislación australiana, la donación es totalmente anónima, por lo que los padres de Zane nunca supieron a quién estaban beneficiando.
A varios kilómetros, un pequeño llamado Mason recibía los pulmones del menor. Su madre, que tampoco conocía la identidad del menor donante, quiso agradecer el gesto de la familia anónima y buscando datos encontró noticias sobre el atropello que causó la muerte a Zane y logró identificar a sus padres.
Tras comunicarse con ellos, lo que va en contra de la Ley, logró concretar una cita. «Estaba entre hacerlo y no hacerlo, lo último que quiero es causar más dolor», comentó la mujer al medio australiano Nine News.
El encuentro ocurrió en un parque. El tímido Mason pudo conocer a los padres del niño que donó sus pulmones, y aprovechó de agradecerles por el generoso gesto que hoy le permite estar con vida.
La madre de Zane afirmó que aunque la primera respuesta a la petición de donación es negativa, está satisfecha de saber que gracias a su hijo otro menor puede «vivir una vida maravillosa».
«Sé que es solo una parte del cuerpo, pero es algo que creció dentro de mí durante nueve meses y una parte de Zane. Quería saber adónde fue, creo que eso es importante», dijo la mujer.